domingo, 6 de enero de 2013

Duermevela de la Real en Madrid

El duermevela se conoce como el sopor que no llega al sueño primigenio ni alcanza el ronquido de la felicidad (vecinos aparte). Es un estado intermedio, que suelen tener los niños y los ancianos, sobre todo, placentero, pero con una maldad añadida: al más mínimo ruido, el niño se despierta o el anciano se sobresalta con la típica película de sobremesa televisiva. El duermevela es como el bostezo, que según Eduardo Punset es la única actividad del cuerpo humano que no tiene ninguna función ni sentido alguno. Con el duermevela, ni duermes ni estas en vela (salvo los vaqueros en los western) y con el bostezo no haces otra cosa que poner cara de tonto, según  Eduardo Punset. Benito Floro llegó a dar una conferencia en una universidad española sobre la importancia del saque de banda en el juego del balompié. Consideraba que una jugada tan habitual estaba desatendida, Muchos otros entren adores han   teorizado y trabajado sobre las jugadas de estrategia a balón parado,otros han pulido el contragolpe, algunos incluso han priorizado la utilización del juego sucio en un deporte de caballeros. De lo que se ha hablado poco es de la importancia del descanso en el fútbol. Lo que pasa en las casetas apenas llega a algunas estridencias, broncas, sustituciones, presidentes que se asoman, micrófonos que se cuelgan en la puerta, centuriones bramando y gladiadores resoplando.

Algo le pasó a la Real Sociedad que no sabemos en el descanso para mudarse la piel, el traje, voltear la cabeza cuando tenía al Madrid a sus pies, rendido y confundido,atrabiliario como una opereta. Era hasta entonces una Real republicana en el Bernabeu, una Real solidaria que asumió el gol de Benzema a los dos minutos con una disciplina espartana y entendió el empate tras el penalti de Adán (con la consiguiente expulsión del portero) como una invitación al optimismo. Fue magnífica la Real en ese primer periodo, con Ruben Pardo en el canal de distribución, con Zurutuza de apagafuegos, a veces desordenado pero siempre dispuesto, con Xabi Prieto de estilista, con Griezmann de amenaza. Llegó el gol del Madrid y llegó el segundo de Prieto, para que el partido trepidase, para que nadie adivinase el final, para que fuera un akelarre de oportunidades entre la voracidad del Madrid, con un Cristiano soberbio, y la templanza de la Real aque entendía la superioridad numérica como una propuesta de paciencia, un cortejo para la victoria.

Y, ¡zas! llegó el descanso, ese momento íntimo del fútbol, el secreto del vestuario, el anónimo de la coral que a veces insufla moral y aveces en el recodó de la bancada te sume en el duermevela. A la Real el descanso le vino fatal y se puso por debajo de su entrenador. Si algo fue Montanier es valiente, jugando  con Rubén Pardo y Zurutuza en el centro del campo, con Vela, Ifrán, Prieto, Griezmann. Con todo. Sin miedo. Creyendo en su futuro y en su presente, pero a su equipo le entró el dengue y se diluyó en la segunda mitad como un azucarillo. Ya no corría como antes, ya no quería el balón, a sus futbolistas mágicos se los llevó el viento (Vela, Griezmann). Y el Madrid empezó a correr, a contragolpear. E hizo el tercero y el cuarto, con Bravo de buen colaborador,. de amigo invisible de Ronaldo.

El. duermevela es lo que tiene, que aficiona. El sopor, engancha. Y cuando despertó, el Madrid con diez casi todo el partido le estaba humillando. Le robaba el marcador y la autoestima. Dio otro ronquido Xabi Prieto y firmó un hat trick inútil. Dirá Mourinho que a Iker Casillas le hicieron tres goles y a Adán ninguno. Podría decir Montanier que la  tropa no siguió a su general. La Real perdió una batalla que tenía ganada. El Madrid ganó una batalla que tenía perdida. Lloverá mucho hasta que la Real tenga otra oportunidad como esta para  inundar el Bernabeu. Pero hoy se quedó seca.

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