sábado, 22 de diciembre de 2012

Repaso de fin de año

Hay maneras de ganar y maneras de perder. La frase se suele utilizar más en cuanto a la educación de la victoria o la mala educación de la derrota. No es el caso. Aquí se trataba exclusívamente de fútbol y en eso el Zaragoza le detalló un repaso de fin de año en toda regla a un Athletic que perdió en todos los terrenos. Perdió en cuanto a actitud, más enérgica en los zaragocistas, con más aplomo, sin  perder ni un minuto su lugar en el campo y su cabeza en el partido. Perdió en el planteamiento, más variado en el de Manolo Jiménez que en el de Marcelo Bielsa. Y, sobre todo, perdió en el terreno de juego, entre las cuatro rayas que delimitan el rectángulo del campo. En todas las líneas ganó el Zaragoza. En la portería, Roberto estuvo soberbio (un portero muy por encima de las valoraciones ajenas), en defensa estuvo excelso, atando a Aduriz en corto y a Llorente, también, después cuando Bielsa lo sacó como la última bala en una batalla perdida. En el centro del campo, dos veteranos como Apoño y Movilla parecía más juveniles que el pizpireto Víctor o el poderoso Montañés. Y en la delantera, la inteligencia se impuso al descontrol. Lo dicho, un repaso en toda regla que pone en cuestión la presunta mejoría rojiblanca que a punto estaba de acercarle a la estación europea a final de año.

Tiene el Athletic el dengue del pase en corto, aquel que le iluminó la pasada temporada y le hizo ser imprevisible y voraz. Ayer, en apenas tres minutos ya acumulaba cuatro errores no forzados que diría un tenista acreditado. Un mal sintoma si, sobre todo, entre medio andaba Ander Herrera, faro y guía de un equipo que le busca con desazón. Si Herrera falla, falla el Athletic, porque San José es un central desubicado y tipos como De Marcos y Muniain no andan sobrados de exquisiteces. Presa fácil para futbolistas expertos como Movilla o insaciables como Zuculini o Sapunaru.


Y si al dengue le propones una desatención máxima, como la de Aurtenetxe en el penalti que dió origen al primer gol del Zaragoza, la enfermedad de presenta. Pocos penaltis pueden ser tan absurdos como ese. Un tipo que se va a salir del campo en busca del balón al que le golpeas en la pierna de apoyo quizás para evitar que se choque con la valla de publicidad. No hay otra explicación para lo que Aurtenetxe se inventó antes de que Apoño engañara a Iraizoz con un  disparo raso desde los 11 metros. Probablemente, ahí murió el Athletic, que nunca estuvo convencido de la victoria y asumió muy pronto la insoportable gravedad de la derrota. Perdido Aduriz, activo pero ineficiente Ibai Gómez  y lánguido Muniain, el equipo de Bielsa ni siquiera pudo refugiarse en el coraje. Menos aún cuando Postiga marcó el segundo gol tras un buen despeje de Iraizoz que los futbolistas rojiblancos siguieron con la mirada antes de que el portugués tuviera tiempo de recibir el pase, orientarlo y rematarlo a puerta vacía. Vale que el partido era tardío, pero aún no había entrado la madrugada. Un cabezazo bellísimo de De Marcos al travesaño fue el único apunte en una hoja de servicios reciclable..

La segunda mitad fue cuestión de oficio zaragocista frente al tratado de impotencia rojiblanca. Ni la heróica, ni la épica, ni el sumsumcorda.Ni Llorente con Aduriz, ni Aduriz con Llorente. A lo sumo, espejismos de antiguas noches, batallares más que dignos del recuperado Igor Martínez (la mejor noticia rojiblanca) y el Zaragoza tan fiel a si mismo, tan feliz, que se diría que no deseaba que acabase el partido. De hecho, Stefan pudo maracar en dos ocasiones, mientras Roberto se lucía en alardes de reflejos, negándose a ser ajeno a la fiesta de su equipo.

 Y así murió 2012 con temperatura primaveral y frío en los huesos rojiblancos. Y el Zaragoza agarrado a un discurso ortodoxo, ese que dice que si cumples con los cánones del fútbol, el fútbol te suele recompensar con algún sobrante de caja como el de ayer en San Mamés. Su inventario dio positivo.

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