Cuando el Athletic le ofreció volver, un pequeño o gran escalofrío debió recorrerle el cuerpo ,y ya se sabe que los escalofríos lo mismo son anuncios somáticos de alegría que de rabia, de ternura que de tristeza. No en vano la relación de Aduriz no ha sido precisamente la de un casamiento a la antigua usanza, sino la de un divorcio permanente. Debutó hace 10 temporadas, jugó tres partidos y puerta. Volver a empezar en 2ªB (Burgos), en 2ªA (Valladolid) y vuelta al Athletic vestido de rojiblanco tres temporadas antes de que la falta de liquidez de la entidad le obligara a un nuevo "exilio", primero en Mallorca (que lo usó, pero no pagó cuanto debía) y luego en Valencia. Cuando el Athletic le ofreció volver, olvidó y aceptó.Y volvió a callar.
Cuando, ya en Bilbao, Marcelo Bielsa, en plena refriega con los dirigente del club, dijo que ni él ni Ismael López eran fichajes que él hubiese solicitado ni tenían el perfil de los futbolistas que buscaba, Aduriz debió pensar que iba a gastar más en chándals que en camisetas en su nuevo viejo equipo. Con Llorente por delante y Bielsa abriendo la caja de los truenos, el delantero rojiblanco debió mirar al banquillo y pensar "que hay de nuevo, viejo". Pero siguió y calló.
Aritz Aduriz en una imagen de archivo. |
Cuando el Athletic le ofreció volver, la Junta Directiva ya sabía que la renovación de Fernando Llorente estaba encallada y se abrían cada vez más vías de agua que podían acabar con el delantero internacional lejos, muy lejos del nuevo San Mamés, al que sólo acudiría, quizás, como visitante. Aduriz, lo supiera o no, -lo normal es que no- cogió la guerrera, la cartuchera de goles, el pacífico rifle del éxito, y se vino para Bilbao. Aduriz le pidió a su presidente- que también se llamaba Llorente- que de no seguir en Valencia, favoreciera su regreso al Athletic. Mientras, en Bilbao, Llorente, el futbolista, balbuceaba la posibilidad de no seguir en el club de Ibaigane. Lo que para Aduriz era un punto de destino, para Fernando Llorente era un punto de partida.
En realidad, el "caso Llorente" ha oscurecido el verdadero "caso Aduriz", el yan y el yin de un mismo juego, siempre bello, pero a veces cruel. El caso Aduriz al final ha oscurecido el caso Llorente. Una buena noticia, para él, para Fernando y para el Athletic. Lo de Aduriz sí que es un caso, lo de Llorente es un ocaso rojiblanco con un futuro espléndido por delante. Que a los tres les vaya bonito.
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